Nota: Este taller se hizo el 8 de agosto --- estuvo muy lindo pero no subí los apuntes que escribimos en conjunto con Daniel... pero acá están. Los leí antes de publicar y realmente encuentro que fue un tremendo taller, se creó un espacio para ir sembrando autonomía y pensando acerca de cómo ayudar a nuestros hijos a desarrollar la autonomía... Para leer la segunda parte ¡VENGA ACÁ!
INTRODUCCION: A
esta tercera sesión asistieron Patricia, Jenny, y Eduardo –quien aportó la
participación de la figura paterna en esta experiencia-. Iniciamos con un breve
recuento de qué avances habíamos visto en el desarrollo de la autonomía de
nuestros hijos e hijas.
Nos centramos un rato en el tema de la higiene y los baños,
y alguien dijo -o más bien reconoció- que tras “años haciéndolo todo” la madre
o el padre, no es sorpresa que a los niños les cueste tomar las riendas de la independencia.
Hay que recordarles qué y cómo lavarse, incluso al vestirse, hay que recordarle
al niño/a dónde van las etiquetas, los bolsillos, etc. Hay que enseñarles a
“hacer la parte fina”.
Idea: Algo que apoya estos aspectos más personales, es tener un
espejo para que se vean bien, se arreglen la ropa, se laven los dientes. A
propósito de dientes, una mamá encontró que el cepillo dental eléctrico es una
buena forma de mejorar la higiene bucal.
CREAR CONDICIONES
PARA LA AUTONOMÍA: Otras oportunidades para generar autonomía son los
momentos de comida, cuando el niño/a o adolescente puede ayudar a poner la
mesa, preparar la comida. Incluso ir más allá y enseñarles a preparar su propio
desayuno.
Una mamá señaló cómo sus mayores esfuerzos van dirigidos a
educar a su hija con Síndrome de Down. Conversamos que en realidad es un “proceso
de años”. Conversamos acerca de las expectativas y también reconocimos que
todos los niños tienen su propio proceso: esa misma mamá compartió su
aprendizaje al respecto, especialmente cuando hay otros hijos, “Yo no los
comparo, porque entendí que todos son diferentes”.
LÍMITES Y APRENDIZAJE: Nos preguntamos ¿qué pasa con el niño/a que no está dentro de la norma? ¿Qué es más importante, que sea sano/a y feliz, o que encaje con las normas pedagógicas del sistema? Hablamos del aprendizaje, y algunas mamás dicen que hay una obsesión con el diagnóstico y la medición de éste, expresado parcialmente en un coeficiente o CI. La pregunta por sus límites (“hasta dónde van a ser capaces”), apareció como algo recurrente y a veces motivo de angustia. También se asoció esta inquietud a un proceso personal como padres y familiares de los chicos/as. La misma mamá señaló: “en esos momentos, mi etapa de aceptación estaba incompleta”. Otro participante dijo que hay que asumir que el niño/a es distinto y bajo esa premisa explorar qué autonomía puede tener. Lo más básico es la salud y el autocuidado, y luego hay que ir subiendo niveles.
Uno de los integrantes del taller dio un ejemplo interesante
acerca de cómo los padres, frente a ciertas situaciones, retrasan el desarrollo
de la autonomía en los hijos/as, y contó la historia de cuando llevaron a su
hijo a la escuela especial -tenía unos cuatro o cinco años, aún no comía
alimentos sólidos- y en cinco días la profesora cambió eso. Ahora “estamos en
la etapa de dejarlos solos”; “hay que ser muy gráfico, muy concreto en las
instrucciones”.
CONTROL MEDIANTE LA MANIPULACIÓN: También hubo conversación en torno a las argucias que utilizan los hijos/as en búsqueda de aceptación y surgió la pregunta de qué podemos hacer ante ciertas conductas, como abrazar y besar a desconocidos sin razón. Anticiparse a las situaciones aquí es la clave, conversando con ellos/as acerca de lo que vamos a hacer y lo que vamos a evitar hacer. Nuestra facilitadora del taller recomendó “no prohibir” y sí “encausar en el momento adecuado”.
Hablamos de algunas reacciones que hemos visto cuando se les
exige a los niño/as mayor autonomía e independencia -por ejemplo, el llanto-.
Una mamá cuenta que cuando su hijo hace eso, otro hijo mayor le dice “Mira cómo
te manipula”.
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